jueves, 23 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.

“Porque él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no tuviere quien le socorra.” Salmo 72: 12. 


El menesteroso clama; ¿qué otra cosa podría hacer? Su clamor es oído por Dios; ¿qué otra cosa necesitaría hacer? El lector menesteroso necesita ponerse a clamar de inmediato, pues esto será su sabiduría. No clames a los oídos de amigos, pues incluso si pudieran ayudarte sería únicamente debido a que el Señor los capacita para ayudarte. La ruta más rápida es acudir directamente a Dios, y hacer que tu clamor suba delante de Él. La línea recta permite correr mejor: corre al Señor, y no acudas a las causas secundarias.  

“¡Ay!”, -clamas- “no tengo ni amigos ni ayudadores”. Es mucho mejor así; puedes apoyarte en Dios bajo ambas carencias: sin provisiones y sin ayudadores. Haz de tu doble necesidad tu doble súplica. Incluso en lo relativo a las misericordias temporales puedes esperar en Dios, pues Él se preocupa por Sus hijos en estos asuntos temporales. En cuanto a las necesidades espirituales, que son las más abrumadoras de todas, el Señor oirá tu clamor, y te liberará y te abastecerá.  

Oh, amigo pobre, prueba a tu Dios rico. Oh, tú que eres desvalido, apóyate en Su ayuda. 
Él nunca me ha fallado, y estoy seguro de que nunca te  fallará. Acude como un mendigo, y Dios no rehusará darte ayuda. Ven sin otro argumento que Su gracia. Jesús es Rey, ¿acaso te dejará perecer por causa de tu necesidad? ¡Cómo! ¿Olvidaste esto? 

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román 

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