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jueves, 10 de abril de 2014

Posted by Juan Rincones On 12:36 p.m.
http://bible.com/149/col2.6-7 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

miércoles, 24 de julio de 2013

Posted by Juan Rincones On 8:20 p.m.
Escuela Bíblica Vacacional
"Expedientes Secretos de la Salvación"

Vista Previa Aqui

Para mayor información comunicarse a 0424-7553284


NOTA: en la vista previa no se publicaron todas las paginas sino algunas al azar y solo del manual del maestro.

viernes, 31 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16: 33. 


Las palabras de mi Señor son ciertas en lo relativo a la tribulación. Yo tengo mi porción de tribulación más allá de toda duda. El trillo no está colgado fuera del alcance, ni puedo esperar que sea guardado mientras yo permanezca en la era. ¿Cómo podría esperar sentirme en casa en el país del enemigo, o gozoso mientras estoy en el exilio, o confortable en un desierto? Este no es mi reposo. Este es el lugar del horno, y de la forja, y del martillo. Mi experiencia concuerda con las palabras de mi Señor.  

Observo cómo me ordena que “tenga buen ánimo”. ¡Ay!, yo soy demasiado propenso a estar abatido. Mi espíritu se abate pronto cuando soy severamente afligido. Pero no debo ceder ante este sentimiento. Cuando el Señor me ordena que tenga ánimo, no he de atreverme a estar abatido.  

¿Cuál es el argumento que Él utiliza para alentarme? Pues es Su propia victoria. Él dice: “Yo he vencido al mundo.” Su batalla fue mucho más severa que la mía. Yo todavía no he resistido hasta la muerte. ¿Por qué no tendría esperanza de vencer? Alma mía, observa que el enemigo ha sido vencido una vez. Yo lucho contra un enemigo derrotado. Oh mundo, Jesús ya te ha vencido; y en mí, por Su gracia, te vencerá otra vez. Por tanto, tengo buen ánimo, y entono himnos a mi Señor vencedor.  

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román 

jueves, 30 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“Y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” 
                Mateo 26: 64 

¡Ah, Señor, Tú estabas en Tu estado de mayor humillación cuando fuiste presentado como un criminal delante de Tus perseguidores! Sin embargo, los ojos de Tu fe podían ver más allá de Tu presente humillación, hasta la gloria futura. ¡Qué palabras son estas: “Y además os digo, que desde ahora”! Yo quisiera imitar Tu visión anticipada, y en medio de la pobreza, o de la enfermedad, o de la calumnia, que pudiera decir: “y además os digo, que desde ahora”. En lugar de debilidad, Tú tienes todo el poder; en vez de vergüenza, tienes toda la gloria; en vez de escarnio, tienes toda la adoración. Tu cruz no ha disminuido el esplendor de Tu corona, ni la saliva ha estropeado la belleza de Tu rostro. Más bien, Tú eres más exaltado y honrado por causa de Tus sufrimientos.  

Por tanto, Señor, yo quiero cobrar valor a partir del “desde ahora”. Quiero olvidar la presente tribulación recordando el triunfo futuro. Ayúdame, conduciéndome al amor de Tu Padre y a Tu propia paciencia, de tal forma que cuando sea escarnecido por Tu nombre, no sea bamboleado, sino que piense más y más en el “desde ahora”, y, por tanto, piense menos en el hoy. Pronto estaré contigo y contemplaré Tu gloria. Por lo tanto, no estoy avergonzado, sino que digo en lo íntimo de mi alma: “Y además os digo, que desde ahora”. 

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román


miércoles, 29 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.” Marcos 1: 17. 


Únicamente viniendo en pos de Jesús podemos obtener el deseo de nuestro corazón, y ser realmente útiles para nuestros semejantes. ¡Oh, cómo anhelamos ser pescadores exitosos para Jesús! Quisiéramos sacrificar nuestras vidas para ganar almas. Pero somos tentados a probar métodos que Jesús nunca habría probado. ¿Cederemos ante esta sugerencia del enemigo? Si así fuera, podríamos chapotear en el agua, pero no sacaríamos nunca ningún pez. Hemos de ir en pos de Jesús si queremos tener éxito. Los métodos sensacionalistas, los entretenimientos, y cosas parecidas: ¿implica todo esto ir en pos de Jesús? ¿Podemos imaginar al Señor atrayendo una congregación mediante tales medios como los que son usados ahora comúnmente? ¿Cuál es el resultado de tales recursos? El resultado no es nada que Jesús tomará en cuenta en el último gran día.  

Hemos de apegarnos a nuestra predicación como lo hizo nuestro Maestro, pues por este medio, las almas son salvadas. Debemos predicar la doctrina de nuestro Señor, y proclamar un Evangelio completo y libre; pues esta es la red en las que las almas serán pescadas. Debemos predicar con Su benignidad, valor, y amor; pues este el secreto del éxito con los corazones de los hombres. Hemos de trabajar bajo la unción divina, dependiendo del sagrado Espíritu. Así, viniendo en pos de Jesús, y no corriendo delante de Él, ni junto a Él, seremos pescadores de hombres. 

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeo
Traducción de Allan Román 

martes, 28 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“Y tú has dicho: Yo te haré bien.” Génesis 32: 12. 


Esta es la vía segura de prevalecer con el Señor en la oración: podemos recordarle humildemente lo que Él ha dicho. Nuestro Dios fiel nunca se retractará de Su palabra, ni la dejará sin cumplimiento; sin embargo, Él quiere que Su pueblo le pida y le recuerde Su promesa. Esto es un refrigerio para la memoria del pueblo, es un avivamiento a su fe, y una renovación de su esperanza. La palabra de Dios es dada, no para Su beneficio, sino para el nuestro. Sus propósitos están establecidos, y no necesita nada que lo obligue a Su designio de hacer el bien a Su pueblo; pero Él da la promesa para nuestro fortalecimiento y consuelo. Por esta razón Él desea que argumentemos la promesa, y que le digamos: “Tú has dicho.” 

“Yo te haré bien” es justamente la esencia de todos los dichos misericordiosos del Señor. Hay un especial énfasis en la certeza. Él nos hará bien, un bien real, un bien duradero, sólo el bien y toda clase de bien. No s hará bien, y esto es hacernos bien en el grado más alto posible. Él nos tratará como lo hace con los santos mientras estemos aquí, y eso es el bien. Pronto nos llevará para que estemos con Jesús y con todos Sus elegidos, y eso es un bien supremo. Con esta promesa en nuestros corazones, no hemos de temer al airado Esaú, ni a nadie más. Si el Señor nos hará bien, ¿quién podría hacernos daño?  

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román 

lunes, 27 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Pedro 1: 8. 


Si deseamos glorificar a nuestro Señor con muchos frutos, hemos de poseer ciertas cosas dentro de nosotros, pues nada puede salir de nosotros que no esté previamente dentro de nosotros. Debemos comenzar con la fe, que es el fundamento de todas las virtudes; y luego añadir diligentemente a la fe virtud, conocimiento, dominio propio y paciencia. Junto a todas ellas, hemos de tener piedad y afecto fraternal. Todas estas cosas juntas nos conducirán a producir con toda certeza, como fruto de nuestra vida, los racimos de la utilidad, y no seremos meros conocedores ociosos, sino hacedores reales de la palabra. Estas cosas santas no solamente han de estar en nosotros, sino que han de abundar, o seremos estériles. El fruto es el derramamiento de la vida, y hemos de estar llenos antes de que podamos desbordar.  

Hemos observado a algunos hombres de considerables dotes y oportunidades que nunca han tenido éxito en hacer un bien real en la conversión de las almas; y después de un diligente escrutinio hemos concluido que carecían de ciertas gracias que son absolutamente esenciales para dar fruto. Las gracias de una utilidad real son mejores que los dones. Según es el hombre, así es su trabajo. Si queremos tener mayor  utilidad, debemos ser  mejores. Este texto debe ser una delicada insinuación para los profesantes estériles, y para mí también.  

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román