viernes, 31 de mayo de 2013

Posted by Juan Rincones On 6:00 a.m.
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16: 33. 


Las palabras de mi Señor son ciertas en lo relativo a la tribulación. Yo tengo mi porción de tribulación más allá de toda duda. El trillo no está colgado fuera del alcance, ni puedo esperar que sea guardado mientras yo permanezca en la era. ¿Cómo podría esperar sentirme en casa en el país del enemigo, o gozoso mientras estoy en el exilio, o confortable en un desierto? Este no es mi reposo. Este es el lugar del horno, y de la forja, y del martillo. Mi experiencia concuerda con las palabras de mi Señor.  

Observo cómo me ordena que “tenga buen ánimo”. ¡Ay!, yo soy demasiado propenso a estar abatido. Mi espíritu se abate pronto cuando soy severamente afligido. Pero no debo ceder ante este sentimiento. Cuando el Señor me ordena que tenga ánimo, no he de atreverme a estar abatido.  

¿Cuál es el argumento que Él utiliza para alentarme? Pues es Su propia victoria. Él dice: “Yo he vencido al mundo.” Su batalla fue mucho más severa que la mía. Yo todavía no he resistido hasta la muerte. ¿Por qué no tendría esperanza de vencer? Alma mía, observa que el enemigo ha sido vencido una vez. Yo lucho contra un enemigo derrotado. Oh mundo, Jesús ya te ha vencido; y en mí, por Su gracia, te vencerá otra vez. Por tanto, tengo buen ánimo, y entono himnos a mi Señor vencedor.  

La Chequera del Banco de la Fe. 
Charles H. Spurgeon
Traducción de Allan Román 

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